"Suite Francesa" de Irène Némirovsky

Con el comienzo del verano, y el fin de mi primera etapa en la capital, decidí hacerme un regalo de despedida: "Suite Francesa" de Irène Némirovsky, edición de Narrativa Salamandra. Nunca hubiera imaginado que habría sido un regalo tan bueno y tan apropiado para el momento. Hablamos del libro, por supuesto, cuando vea la película haré una nueva entrada sobre mis impresiones.
Mi recomendación personal es que si decidí leerlo, hay que comprar una edición que introduzca correctamente la biografía de la autora (claramente vinculada a los acontecimientos que se narran por su procedencia judía), y la explicación del contexto en el que se presenta la inspiración creadora. Un estupendo regalo para cualquier adulto o joven.
Durante el verano de la Segunda Guerra Mundial en el que París es invadida por el ejército enemigo, tenemos la oportunidad de conocer a una serie de personas cuyas historias se irán entrelazando... ¿Quién sabe cómo? Aunque la obra esté inacabada, su composición como Ópera se cala desde la primera línea. Sólo he tenido la misma sensación de versatilidad con "Los Miserables" de Victor Hugo. Para demostrároslo copiaré unos párrafos sobre le gato de una familia que escapa de los alemanes (Tempestad en Junio, Cap. 20):
(...) "Poco después, Emmanuel despertó y se puso a llorar. Las ventanas y los postigos estaban abiertos. La luna iluminaba los tejados del pueblo; las tejas relucían como escamas de pez. En el perfumado y apacible jardín, la plateada claridad fluía como un agua transparente que ondulaba y abrazaba suavemente los árboles frutales.
Levantando con el hocico los flecos del sillón, el gato contemplaba aquel espectáculo con una gravedad asombrada y soñadora. Era un gato muy joven que sólo conocía la ciudad; allí, las noches de junio sólo se barruntaban y a veces se conseguía respirar una de sus tibias y embriagadoras bocanadas, pero aquí el aroma llegaba hasta sus bigotes, lo asaltaba, lo envolvía, lo invadía, lo aturdía... Con los ojos entrecerrados, el felino se dejaba inundar por oleadas de penetrantes y gratos olores: el de las últimas lilas, con sus tenues efluvios de descomposición; el de la savia que fluye por los árboles y el de la tierra, tenebroso y fresco; el de los animales, pájaros, topos, ratones, todas sus presas, un alor almizclado, a pelaje y a sangre..."(...).
No se ha visto la guerra hasta que no se ha leido "Suite Francesa"... 

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