
Van Gogh se volvió loco, no es un secreto. Se comió un bote de pintura amarilla. Pero, ¿qué clase de loco era? Yo creo que era un loco de la belleza: amaba lo bello por encima de cualquier cosa, y esto le hizo perder el Norte. ¿Quizá ahora no estamos nosotros también locos? ¿Quizá no somos otros locos que nos hemos olvidado de mirar lo que tenemos a nuestro alrededor? ¿Quizá no somos unos locos obsesionados con la funcionalidad, donde un simple jarrón de flores ya no nos interesa? Yo prefiero ser una loca como Van Gogh y seguir admirándome por la magia que nos rodea... hasta en un jarrón de lirios.
Llevas una poeta dentro
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